-" Disculpe, Pero ¿esa señora se llama Olga?" pregunto
el anciano de blanco a mi madre mientras señalaba a mi abuela.
-"No, se llama Elba" contesto mamá
- "Elba… y ¿vivió en
Barrio Parque?" volvió a cuestionar el elegante hombre
-"¡Sí! ... ¿la conoce?" interrogo mamá con intriga
Mi abuela ya no es lo que era. Fue un milagro que haya
accedido a caminar por el parque el domingo que ocurrió este extraño encuentro.
Pero estaba claro que el hombre la conocía. Aquella breve conversación distrajo a mi abuela, quien estaba unos centímetros mas adelante que nosotras y el señor.
-"¿Qué pasa?" pregunto mi abuela con una mirada perdida
-"Este señor te conoce,
¿vos te acordas de él?” dijo mamá
La memoria de mi abuela se fue junto a sus 78 largos años.
No lo conocía, no tenía idea quien era aquel hombre, de pantalones blancos y
mocasines marrones impecables.
Yo quede admirada con tal situación. Me senté frente al
anciano con los ojos abiertos y los oídos bien atentos, no me quería perder ningún
detalle. Ese hombre sabia prácticamente toda la vida de mi abuela y ella con
suerte recordaba quien era él. Quizás fue un simple vecino. Quizás un eterno
enamorado. Nunca lo vamos a saber.
Cuando llego el momento de despedirnos, se dirigió a mi
madre y le dijo:
-"Usted debe estar muy
orgullosa, porque su madre fue y es una mujer muy hermosa, adiós"
Luego nos fuimos, quizás algún día lo volvamos a ver.
Milena Hidalgo.